jueves, 8 de enero de 2015

un día cualquiera...

Desde que soy ama de casa me levanto antes que cuando trabajaba, a las 7:00,  preparo el primer café que me da la vida y  me transforma en un ser sociable capaz de comunicarme sin necesidad de gruñir, antes del primer café es mejor no hablarme, mi familia lo sabe y lo acepta, lo que no impide que mis hijos dejen  de hablar, se levantan con una verborrea incesante, pero yo no me inmuto ni contesto,  camino por la casa  ordenando los juguetes los cojines, calladita y sin quejarme , porque no me puedo sentar tranquila si está todo por ahí tirado ,mientras se hace el café, el padre de las criaturas prepara los cereales, las tostadas y lo más importante les contesta, habla con ellos, así que me dejan un rato más en ese letargo que provoca la falta de cafeína, una vez he ingerido la primera dosis tardo 5 unos minutos en reaccionar  preparo  la merienda que requiere la primera pregunta ¿manzana o bocadillo?  después de la recomendación de la OMS, me digo :¿para qué le pregunto? y le pongo la manzana.

La cafeína ya corre por mis venas y puedo empezar a  dar instrucciones a mi hija para que no olvide la bolsa de gimnasia o la de natación, la carpeta de los deberes, la merienda o el abrigo; mientras  tanto voy vistiendo a mi hijo pequeño para que lo lleve su padre o para llevarlo yo, depende del día, cuando no me toca a mí espero en silencio impacientemente a que se vayan y cierren la puerta, ¡que momento tan dichoso! ¡por fin sola!   para celebrarlo rapidito preparo otro café y empiezo con la lista mental  de las innumerables tareas que van a ocupar las primeras horas del día , hasta aquí no parece que haya ventajas pero el  segundo café ya sola,  es francamente el mejor del día, sin duda, disfrutando del silencio, de la calma de mi casa  vacía ,  después en encender la radio  paso como  un torbellino  por las habitaciones recogiendo arreglando ordenando mientras pienso que voy a preparar para comer y para cenar, todo depende de si tengo o no clase de alemán ,  de lo que tengo en la nevera, del tiempo que tengo para comprar,  y de lo que se me antoje;  es esa otra ventaja aquí se come lo que yo quiero, que para algo cocino, no digo que no tenga en cuenta las preferencias de los niños, pero tengo suerte por que comen de todo y su padre es muy agradecido, todo le gusta,
así que generalmente da gusto cocinar , se lo comen todo,  eso motiva, aún así cada tres semanas sufro una crisis de aburrimiento en la cocina  y tengo que inventar algo o ponerme a mirar recetas nuevas.  Segundo paso:  la compra, no sé como lo hago pero voy cada día, siempre me falta algo, me organizo fatal  y generalmente  cambio  el menú a última hora, así pues   necesito comprar, ¿ será que soy adicta a la compra de supermercado ?   o quizás me gusta estar rodeada de gente que no habla conmigo  ¡que bien se hace la compra sola!  sin niños que hablan,  piden o te montan  un numerito en medio del pasillo, mientras los suizos  te  observan  y se quedan perplejos ante tan horrible exhibición.  Ellos atemorizados ante la inminente  invasión de nuestras poco respetuosas costumbres, te avisan  fulminándote  con sus miradas;  Los helvéticos  no regañan, no gritan,  yo diría que ni hablan, emiten instrucciones  por telepatía y las proyectan con su fría y azulada  mirada sobre los niños  hasta que los someten y obedecen silenciosamente.
 El ejemplo de las huestes invasoras del sur es muy  pernicioso para sus vástagos , lo entiendo a mi también me gustan los niños disciplinados  y silenciosos, admito que quiero aprender, ese método,  tiene muchas ventajas la primera no te desgastas, la segunda no das la nota y la tercera me llenaría de  orgullo y  satisfacción  que  obedecieran a la primera .